En el centro del municipio de Cluj-Napoca, en la Avenida Eroilor, la orden franciscana-minorita decide edificar una iglesia que hoy en día sirve a la Catedral Greco-Católica. En el año 1779, con el apoyo de la emperatriz María Teresa, la orden franciscana contrata al arquitecto Johan Eberhardt Blaumann, quien reforma la iglesia en estilo barroco. Resulta una iglesia en forma de sala, con altar poligonal, con una fachada amplificada por las pilastras verticales doblados. En el interior encontramos elementos decorativos específicos al barroco tardío.
La iglesia fue concedida a la Iglesia Rumana Unida con Roma, actualmente siendo el edificio de la Catedral Episcopal de Cluj-Gherla.